Zygmunt Bauman define a nuestra sociedad como "sociedad líquida", como los fluidos que tienen volumen definido, pero carecen de forma fija, son inestables y cambian constantemente. Esta fluidez inestable de nuestra sociedad se observa en las costumbres, en la práctica de la vida, pero sobre todo, en el lenguaje. Hoy las palabras que se utilizan, sobre todo, en las redes sociales o la política, son con frecuencia vanas y vacías. Su significado se deforma, se tuerce y distorsiona su sentido y la más de las veces, se termina en el insulto o en la mentira...
Esto mismo es lo que ha ocurrido en la presentación del cartel de la Semana Santa sevillana de este año. La rechifla, el cachondeo y numerosos memes, como se dice hoy, es lo que han aparecido en las Redes sociales. Según David Torres, en Público, se ha acusado al pintor Salustiano García, autor del cartel, de "haber pintado un Cristo afeminado, amanerado, blandengue y depilado, en
lugar del Cristo viril, ensangrentado, dolorido y exhausto con que suele
desfilar por las calles de Sevilla". Estas y todas las críticas que ha recibido el cartel y el Consejo de Cofradías, crítica que ha cruzado nuestras fronteras es una guerra cultural, según Javier Aroca, en la que las minorías dominantes pretenden apoderarse de la cultura, como se han apoderado de los discursos, la comunicación, las tradiciones. Cuando dicen que no les gusta el cartel, lo que dicen en verdad es que no les gusta la libertad, la creatividad, el pluralismo de pintar a Cristo, no según el patrimonio de unos pocos, sino de esa otra manera como lo ha visto su autor. Y Salustiano, el artista autor del cartel, ha dado buenas razones de su sentir. Manifestó que su intención al pintar el cartel ha sido centrarse en la parte más luminosa de la Semana Santa, que es la Resurrección. "Hice con intención -dice- un Cristo joven, bello, sin marcas ya casi de su tortura, porque lo que quería representar es al Dios que hay en Cristo, que ha dejado su parte de hombre en la tierra y ahora está preparado para ser 100 % Dios". Sensatas palabras las de este artista sevillano, que yo suscribo, porque además tienen hondura humana y teológica. Palabras que en el Ayuntamiento deberían haber pesado para darle su respaldo institucional a dicho cartel.
En Sevilla estamos muy acostumbrados a contemplar en Semana Santa las imágenes del Jesús sufriente y doloroso, según las tallas magníficas de nuestros imagineros y por ello recordamos mayormente la muerte y pasión de Cristo, cuando lo fundamental es que celebremos la resurrección, tanto de la naturaleza, como la Resurrección de Jesús. En Sevilla se celebran en estas fechas las fiestas primaverales, es decir, el equinoccio de primavera, cuando los días vas creciendo tras las largas noches del solsticio de invierno. La naturaleza resucita, sale de su letargo invernal, luce el sol y brotan las flores, preparándose para darnos la alegría de sus frutos.
Pues bien, la religión cristiana recoge este fenómeno natural y lo simboliza en Jesucristo. Jesús padece y muere en una cruz, no tanto por nuestros pecados, sino porque se enfrentó a los sacerdotes, los escribas y fariseos de la Sinagoga, los jefes religiosos de su tiempo, echándoles en cara su falsa religión, basada en los sacrificios de animales y en otras mil prescripciones externas, religión carga pesada que extorsionaba y esquilmaba al pueblo y, por ello, lo matan, recurriendo al poder romano al que estaban sometidos... Ahora bien, en las fiestas primaverales, nosotros recordamos esta su muerte, pero celebramos su resurrección, es decir, que lo que Jesús predicó y poco gustaba a los sacerdotes y escribas, lo que "hizo y nos enseñó" (Hechos 1,1-2) es verdadero. Que la nueva y novedosa forma de entender la religión, de relacionarnos con Dios, no es solo mediante los ritos, los sacrificios y prácticas externas, sino principalmente por el servicio a nuestros semejantes, en particular a los más pobres, sencillos y desvalidos.
Este es el sentido, a mi modo de ver, del cartel de nuestro artista sevillano Salustiano. El dice muy bien: que su intención fue representar un Cristo joven, bello, sin marcas ya casi de su tortura, porque lo que quería plasmar y expresar es al Dios que hay en Cristo, es decir, lo bello y lo bueno, lo verdadero y lo valioso, lo que nos hace auténticos seres humanos. que eso es el modo de ser religiosos según lo entendía Jesús.