¿Cómo que no? se preguntarán muchas personas. Yo conozco a muchos párrocos y otros tantos sacerdotes religiosos, escritores, teólogos o simples curas capellanes de monjas... Cierto, esto es innegable, pero, como se verá, buscamos a otro tipo de sacerdotes, no clérigos que, si existen, pretendemos encontrarlos.
En una entrada anterior nos referíamos al libro de María
José Arana y Adelaide Barocco: Mujeres sacerdotes ¿Cuándo?, en el que demuestran que no existe argumento teológico sólido que excluya a
las mujeres, en la Iglesia occidental, al sacerdocio ministerial. Pero
se preguntan a continuación: ¿Qué sacerdocio queremos? Y responden, NO deseamos el sacerdocio existente en
la actualidad en la Iglesia romana, formado en centros patriarcales y
masculinizados, sacerdocio clerical, es decir, sacerdocio elegido o escogido por los mismos clérigos, guardianes celosos del sistema de creencias y únicos
administradores de los sacramentos y ritos. No, ellas no quieren ser de
esa clase de sacerdotes veterotestamentarios y de la que Jesús tampoco
perteneció y, más aún, combatió.
1.- Sacerdocio en tiempos de Jesús y primitiva comunidad cristiana
El sacerdocio del tiempo de Jesús estaba dedicado a los sacrificios del Templo de Jerusalén, según el Levítico, pero Jesús no fue de esta clase de sacerdotes, sino que fue un profeta del pueblo, un laico, que nos enseñó a relacionarnos con Dios, a quien llamaba padre (Abba), no exclusivamente mediante los ritos sagrados, sino a través de las relaciones humanas de misericordia, compasión, perdón y amor. Y nos lo enseñó y practicó, cuando por los campos de Galilea y ciudades de la Judea de su tiempo, iba curando a los enfermos, dando de comer a los que tenían hambre, perdonando a los publicanos y prostitutas etc.
Es cierto que Jesús eligió a los doce (Mt 10,1-4), pero también a numerosos discípulos (Mc 5,31) y gran número de mujeres servidoras y discípulas, que le servían y acompañaban (Lc 8,1-3), que estuvieron presentes en su muerte (Jn 19, 25) y vieron donde lo enterraron (Mc 15, 40-47). Pero Jesús no ordenó a ningún sacerdote, ni a hombres ni a mujeres.
Es cierto también, que a finales del siglo I se observa en la comunidad cristiana primitiva cierta institucionalización, al tomar del judaísmo el colegio de ancianos o presbíteros, algo normal al ir esta creciendo en número. No obstante, tanto en la comunidad judeo-helenística de Jerusalem (Hch 6), como en las comunidades o Iglesias fundadas por Pablo, se distinguen diversas funciones, servicios o carismas, como la de los apóstoles, profetas, doctores, las funciones directivas y las auxiliares (I Cor.12,28-30), como los diáconos (Hch 6,3-5) y las diaconisas (Rom 16,1), etc. Ahora bien, según Hans Küng, la constitución presbiteral-episcopal de la Iglesia, tanto de la católica, como la ortodoxa, anglicana y algunas luteranas, es fruto de una larga y problemática evolución histórica. "De la 'colegialidad' (commnunio) de todos los creyentes se pasó cada vez más a una colegialidad (collegium) de determinados grupos de servicio frente a la comunidad, de forma que ya pronto apuntó una separación de "clero y laicos" (1). Esta separación del clero, se acentúa en el I Concilio de Nicea (hoy Iznik, Turquía), convocado por el emperador Constantino, el año 325, en su palacio de verano, siguiendo la recomendación de un sínodo de obispos dirigido por el obispo Osio de Córdoba, con la finalidad de establecer la paz religiosa y la unidad de la Iglesia, por entonces ya dividida por diversas doctrinas cristológicas (Wikipedia).
2.- Clericalismo en la Edad Media
Esta separación entre "clérigos y laicos", deriva en clericalismo, a partir del siglo IV, triunfando en la Edad Media. Según Hans Küng, la Iglesia del medievo se caracteriza por el paradigma católico-romano medieval, en oposición al paradigma ecuménco-helenista de la antigüedad cristiana (2). Cinco características, según Küng, tiene el paradigma católico-romano medieval:
* Centralización absolutista de la Iglesia papal.
* Juridicación:Iglesia jurídica basada en el derecho canónico.
* Politización: Iglesia poderosa con dominio del mundo conocido.
* Militarización: Iglesia de militancia con sus guerras santas y
* Clericalización, una Iglesia de varones célibes, con prohibición del matrimonio del clero (3).
La clericalización triunfa en la Iglesia romana con los Papas, Gregorio VIII (1100-1187), Inocencio III (1198-1216) e Inocencio IV (1243-1254) y comienza a decaer con Bonifacio VIII (1294-1303).
Bonifacio VIII sigue manteniendo la doctrina de la plenitudo potestatis del papa sobre lo espiritual y también en lo temporal, por cuya causa se enfrentó al rey francés Francisco IV, llamado el Hermoso (1285-1314). El Papa publica la Bula Clericis laicos (1296), cuyo título completo era: "Es una antigua tradición que los laicos son absolutamente contrarios a los clérigos", exponiendo, que desde la antigüedad los laicos han sido siempre hostiles a los clérigos y que en el tiempo presente se hace realidad, por la intención de los reyes de entrometerse en las cosas que solo compete a la Iglesia, colocando pesadas cargas sobre los eclesiásticos de sus territorios. El Papa recordaba a los reyes que según los cánones del IV Concilio de Letrán (1215) no podían disponer de los bienes eclesiásticos sin permiso del papa (Wikipedia).
El rey francés se opuso tajantemente a esta doctrina, interpretando que el papa se arrogaba el derecho de legitimar los impuestos nacionales al clero, cosa que excedía el poder espiritual al entrar en el terreno de lo temporal, por lo que el rey impidió la publicación de la Bula y prohibió que los diezmos fueran enviados a Roma. El papa reaccionó publicando una nueva Bula, la Unam sanctam, en 1302, donde vuelve a mantener la doctrina teocrática, de que "es necesario para la salvación estar sometido al Papa", doctrina establecida anteriormente por Inocencio III e Inocencio IV. El rey francés reacciona acusando al papa de blasfemia, herejía y simonía, encargando a su consejero Guillermo de Nogaret su captura, lo que realiza en septiembre de 1303 cercando al papa en el conocido sitio o conjura de Agnani, muriendo el Papa de abatimiento y desolación un mes después (Wikipedia).
Estos hechos marcaron la decadencia del poder temporal del Papa, el nacimiento de los estados nacionales, con la afirmación de lo "laico en oposición al clérigo", dentro de la Cristiandad. Posteriormente, en las disputas religiosas con Lutero, se refuerza la doctrina de la necesidad de la mediación del culto, de las obras, de sacrificios personales etc, para recibir la Gracia divina, frente a la justificación por la sola fe, en recepción directa de Dios. Frente a Lutero que desclerifica al sacerdocio romano, proponiendo al Pastor casado, el Concilio de Trento resaltará, en su teología contrarreformista, la necesidad mediadora del sacerdote célibe para la celebración de la Misa y la administración de los Sacramentos, como mediador "en persona Christi". Lo que acentuará de nuevo la importancia del clero o el clericalismo dentro de la Iglesia romana.
Sin embargo, tanto las luchas políticas de Bonifacio VIII y Felipe, como la importancia mediadora de los Sacramentos y del sacerdote que los administran, ocultaron la cuestión de la naturaleza y espiritualidad del clero secular y regular, que se desarrolló durante la Edad Media y Moderna, cuestión que exponemos en una próxima entrada.
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1) KÜNG, Hans.El Cristianismo: esencia e historia. 3ª ed.Traducción de Víctor Abelardo Martínez. Madrid: Trotta, 2004,p.140-142
2) KÜNG, Hans, estudia el paradigma ecuménico-helenista y bizantino, en Ibid., pp.126-294 y el paradigma católico-romano de la Edad Media en las pp.295-530.
3) Ibid.,pp.400-412