Como decíamos en un post anterior,
tanto las luchas políticas de Bonifacio VIII y Felipe el Hermoso, como la teología tridentina contrarreformista ocultaron la cuestión de la naturaleza y espiritualidad cristiana, del clero secular y regular, que se desarrolló durante la Edad Media y Moderna, objeto de este post.
1) Naturaleza y espiritualidad cristiana, del clero secular y religioso en la Edad Media
Sobre la perfección cristiana, el sacerdocio, su naturaleza y espiritualidad siempre hubo una literatura abundante. Referente a la naturaleza del clero secular, su primer
planteamiento se suele poner en los tiempos de S.Agustín, en las postrimerías del
s.IV, cuando Agustín, Obispo de la antigua Hipona (hoy Aanaba, en
Argel), vive una vida comunitaria reglada de forma estricta,
junto con sus sacerdotes, diáconos y otros clérigos, forma conocida posteriormente como la regla de los canónigos de S.Agustin. No obstante, nos inclinamos por
fijar su primer planteamiento en el siglo XIII, dado el número de obras publicadas en esta época por los grandes teólogos del clero secular y regular, en las Facultades de Filosofía y Teología de la Universidad de París.
Según dijimos, la característica propia del paradigma católico-romano medieval, es el clericalismo,
que da origen a una nueva clase social dentro de la Iglesia,
causa suficiente de que, a finales del siglo XII y principios del
XIII, existiera una enorme corrupción de toda la Christianitas, que suscitó al mismo tiempo unas ansias enormes de reforma en el pueblo cristiano, manifestado principalmente por los movimientos populares de pobreza (1).
A la vista -dice Hans Küng (2)- de un cristianismo anclado en el
derecho y prácticas externas abusivas, de monasterios ricos, de un
alto clero rico y simoníaco y un bajo clero ignorante, pobre y viviendo
en concubinato, no es extraño el nacimiento de esta fuerte oposición
reformista de diversos movimientos populares de pobreza. Entre ellos se
hallan: los cátaros, los patarinos de Milán, los valdenses o pobres
de Lyon, los pobres católicos de Durando de Huesca y el movimiento de
las mujeres beguinas, etc. Características comunes de todos ellos, son
sus propuestas de retorno al Evangelio, en imitación de la vida de predicación
itinerante y pobre de Jesús y sus apóstoles, criticando severamente la
vida de lujo de prelados y clérigos. Propugnaban también una mayor
interiorización del culto, de los sacramentos y de la piedad cristiana, que fuera menos
formalista y de mayor unión interior con Jesucristo.
No obstante, a pesar del auténtico propósito de estos movimientos
reformistas populares, de imitación de Jesús, de sus ideales de pobreza e
interiorización espiritual, tuvieron también estos desviaciones y errores,
como creerse los mejores, los puros, con desprecio de los ritos
sacramentales, de los actos litúrgicos y prácticas externas de piedad y
de penitencia. Y, sobre todo, por su rechazo del clericalismo y en particular de la jerarquía eclesiástica,
por su riqueza, abusos de poder temporal y sus muchos escándalos. La
Iglesia institucional reaccionó contra estos cristianos populares,
prohibiendo su predicación itinerante y condenándolos, a pesar de su dosis de legitimidad,
como heréticos en el Concilio de Verona, el 4 de diciembre de 1184. Los Papas en
particular, exterminaron, mediante la predicación de cruzadas
papales y con la ayuda de los reyes franceses, a los cátaros o albigenses y,
más tarde a los templarios.
Por este tiempo nacen las Órdenes Mendicantes, en especial Dominicos y
Franciscanos, como uno de tantos movimientos religiosos populares
reformistas, siendo acogidos benévolamente por la jerarquía
eclesiástica, en contraposición a los otros movimientos populares, por
su obediencia a los obispos y particularmente a los Papas, que los
consideraron verdaderos instrumentos de reforma de la misma Iglesia.
Los Papas les conceden los privilegios de la exención de la
jurisdicción de los Obispos, la licencia para predicar públicamente, sin
tener cargo de almas, poder administrar los Sacramentos, enterrar en
sus propias iglesias, el derecho de enseñar en las Universidades etc.
Tal proceder suscitó
una verdadera controversia entre ambos cleros (3). En un primer momento, el clero secular critica
ásperamente los privilegios concedidos a los mendicantes, especialmente
el acceso a las cátedras universitarias de teología, que el clero
secular consideraba monopolio suyo. Pero, sobre todo, el clero secular
cuestiona la legitimidad de la vida apostólica de los mendicantes, su
predicación itinerante y la administración de sacramentos en sus Iglesias.
Y de aquí surge la cuestión planteada por el clero secular: ¿A qué se
debe que el Papa conceda tales privilegios? ¿Se debe tal vez a que por
la emisión de sus votos religiosos son más perfectos? ¿Supone esto que
el clero secular no es un estado tan perfecto como el de los religiosos
mendicantes? En definitiva, es en esta controversia de la Edad Media,
cuando surge el estudio y la cuestión de la naturaleza y espiritualidad cristiana y del clero secular, en contraposición al clero regular.
Son S.Buenaventura y Sto.Tomas de Aquino, entre los doctores religiosos, los que exponen con más claridad los conceptos fundamentales. Según estos doctores, la perfección espiritual cristiana consiste en la caridad, que nos une a Dios, nuestro fin. Esta caridad se expresa en los preceptos primarios de la Ley de Dos: amarás a Dios y al prójimo, como a ti mismo (la fe obra por la caridad, según Gal. 5,6). Estos preceptos son universales, no queda nada que nos sea aconsejado y no mandado en estos preceptos primarios de la caridad. De lo que se deduce, según Sto.Tomas, que la perfección cristiana consiste esencialmente en la práctica de estos preceptos. Perfección de necesidad para todos, dice Sto.Tomas, y que todas las personas somos aptas para realizar este proyecto que Cristo tiene de cada uno de nosotros, afirma S.Buenaventura.
Esta espiritualidad de perfección cristiana se puede distinguir de la perfección evangélica (S.Buenaventura) o de esfuerzo (Sto.Tomas). Esta espiritualidad perfectiva se caracteriza porque trata de remover de nosotros todo aquello que impide el desarrollo de la perfección cristiana. Modo este de cumplir el precepto de la totalidad de la caridad, que no nos está preceptuado, sino aconsejado y a quien lo abraza o profesa les coloca en estado de perfección, dicen estos teólogos. Estado que hace referencia no tanto a la persona, sino a la institución, porque los individuos que los abrazan no son más perfectos que los cristianos ordinarios, sino que a ellos les quitan los impedimentos, les facilitan y ayudan a conseguir la propia perfección cristiana.
Esta espiritualidad perfectiva aconsejada tiene dos vertientes: la prelacial y la religiosa. La prelacial o del Obispo, porque por influencia del Pseudo-Dionisio, en la Edad Media, era doctrina común considerar al Obispo en estado de perfección. Y ello, dice Sto.Tomas, porque de un modo solemne por su consagración, está totalmente dedicado en su Diócesis a obras de caridad y apostolado. La perfección religiosa pertenece también al estado de perfección por la práctica estable y ratificada con voto de los tres consejos evangélicos. Mediante ellos se obligan a quitar los impedimentos que les obstaculicen practicar la caridad cristiana.
Los teólogos del clero secular más famosos: Guillermo de Saint'Amour y Gerardo de Abbeville, quisieron extender a los simples sacerdotes, parroquiales o no, colaboradores del Obispo, el estado de perfección del Obispo, por la cura de almas que tienen en sus parroquias con los mismos derechos que el Obispo, doctrina que Sto.Tomas, principalmente, rechaza. El presbítero parroquial o el archidiácono, dice, no está obligado por toda su vida a la cura de las almas, como el obispo, ya que depende de la jurisdicción del obispo, no posee, por tanto, el estado de perfección de este.
No obstante, la naturaleza específica del clero secular se estudia mas a fondo posteriormente.
2) Espiritualidad del clero secular en la Edad contemporánea
El tema de la espiritualidad y perfección cristiana se desarrolla ampliamente en los siglos siguientes, particularmente por la 'devotio moderna', las obras de Erasmo de Rotterdam, los místicas/os españoles y europeos. Sin embargo, hay que esperar al siglo XIX, con Juan Bautista Maria Vianney, el Cura de Ars y principios del XX, con el Cardenal François-Joseph Mercier, para que se profundice en la naturaleza espiritual del sacerdote secular o diocesano.
Juan Bautista Maria Vianney (1786-1859) fue propuesto por Pio X como modelo para el clero parroquial y en 1925, Pio XI lo declara el primer santo de los sacerdotes seculares (Wikipedia). Y es cierto, en el Cura de Ars se manifiesta el verdadero rostro del sacerdote parroquial romano. Juan Bautista al alcanzar en su vida personal la cima de la perfección cristiana, trata de difundirla, de irradiarla y comunicar esta santidad a través de su acción pastoral. No es un puro intermediario y frio administrador de los Sacramentos, sino un instrumento transmisor de esa vida espiritual que el vive. Y lo hace ciertamente a través de la celebración Eucarística, de la oración, pero sobre todo, a través del Sacramento de la Penitencia o Confesión, por el discernimiento y dirección espiritual de las personas.
Esto mismo trata de expresar posteriormente el Cardenal Mercier (1851-1926), Arzobispo de Malinas, en su tratado La vida interior (4), que suscitó una amplia serie de obras sobre la naturaleza espiritual del sacerdote diocesano (5). Esta se manifiesta en la praxis o proceder de un sacerdote consejero y guía espiritual de las personas, cristianas o no, hacia su desarrollo perfecto humano y cristiano y lejos de comportarse como un funcionario o administrador de sacramentos y ritos cristianos.
3) El Sacerdocio común y jerárquico según el Concilio Vaticano II y la CELAM.
El Vaticano II interpretando los textos bíblicos y recogiendo la tradición cristiana, fija lo conceptos fundamentales de la cuestión, aunque mantiene aún titubeos.
En la Lumen Gentium (LG), la Constitución dogmática de la Iglesia, se define a ésta con diversas imágenes, preferentemente como Cuerpo místico de Cristo (cap.1) y Pueblo de Dios (cap.2), con lo que concibe a la Iglesia como "comunidad de bautizados", con radical igualdad de todos los bautizados, superando el binomio clérigos-laicos de la tradición. "Todos los bautizados (dice) son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo...El sacerdocio común de los fieles". lo llama (LG nº 10). Y añade que todos los fieles cristianos están llamados "a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mimo Padre" (LG nº 11y cap.5), por lo que participan de la triple potestad de Cristo: santificar, enseñar y gobernar (LG nº 12). Sin embargo, mantiene aún la diferencia "esencial entre el sacerdocio común de los fieles y el ministerial o jerárquico" (LG nº 10), doctrina que será superada en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM), celebrada en Medellín (Colombia), el 24 de agosto de 1968 (6).
El texto de la LG nº 26 llama Iglesia particulares o locales a las Asambleas o reuniones de los fieles: "Esta Iglesia de Cristo (dice) está verdaderamente presente en todas las legítimas reuniones locales de los fieles, que unidas a sus pastores, reciben también en el Nuevo Testamento, el nombre de iglesias.". Según Leonardo Boff (7), el termino "pastores" de la LG, se cambia en la CELAM de Medellín, por el de "lideres y dirigentes", al hablar de las Comunidades Cristianas de Base: "Elemento capital (dice) para la existencia de comunidades cristianas de base son sus líderes y dirigentes. Estos pueden ser sacerdotes, diáconos, religiosos o laicos. Es de desear que pertenezcan a la comunidad por ellos animada" (8). Por lo que se concluye, que el carisma de la presidencia o funciones directivas de I Cor 12,28, en las reuniones locales de fieles o de las comunidades cristianas, denominadas Iglesias locales, lo tienen sus líderes o dirigentes elegidos por la propia Comunidad y estos lideres pueden ser sacerdotes ministeriales o religiosos, pero también laicos, hombres o mujeres.
Como conclusión, podemos contestar a la preguntas que María José
Arana y Adelaide Baracco hacen en su libro. Primero: Titulan Mujeres sacerdotes ¿cuándo? Respondemos: desde YA, desde el momento que quieran tomar la iniciativa en la comunidades cristianas, como lo han hecho en otras mil ocasiones. No solo no hay ningún argumento en contra de que las mujeres pueden ser sacerdotes, sino que está claro que todos los fieles bautizados, sean sacerdotes ministeriales o jerárquicos, o sean religiosas/os y mujeres y hombres laicos, son "sacerdotes comunes", según la LG nº 10, o "lideresas o dirigentes" según la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) de Medellín, de las Iglesias locales, de las legítimas reuniones, Asambleas o Comunidades Cristianas. La masculinidad no es esencial absolutamente para la función crística, para obrar en persona de Cristo, solo y unicamente lo es la fe en Cristo Jesús, que obra por la caridad y estar bautizados en la Iglesia de Jesús. Ya lo dijo Pablo: "todos
los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal 3,26-28).
Ahora bien, a su segunda pregunta: ¿Qué sacerdocio debe existir en la Iglesia, lo asuman varones o mujeres, personas laicas, religiosas o sacerdotes ordenados?
Para el sacerdocio clérigo u ordenado que pueda subsistir, el mejor ejemplo es la praxis del santo Cura de Ars, en quien se manifiesta el verdadero rostro del sacerdote secular. Juan Bautista Vianney,
al alcanzar en su vida personal la cima de la perfección cristiana,
trata de difundirla, de irradiarla y comunicar esta santidad a través de
su acción pastoral. Podemos decir que esta es la verdadera naturaleza, el verdadero rostro del sacerdote católico secular o ministerial. No es un puro y frio administrador de
los Sacramentos, sino un instrumento transmisor, que obra in persona Christi, de esa vida espiritual
que el vive y trata de comunicar.
Ahora bien, basándonos el texto de la CELAM de Medellín, podemos hablar del verdadero rostro del sacerdocio común de los fieles, según el cual en la Iglesia católica a la jerarquía eclesiástica deja de llamarse jerarquía, y se le llama dirigentes y que estos pueden ser sacerdotes
ministeriales, pero también religiosos o religiosas y también laicos.
Por lo que yo opino, que se debería terminar en exclusiva con las
ordenaciones sacerdotales de los clérigos actuales y preparar en los
seminarios o en otros ámbitos a los futuros dirigentes, tanto hombres
como mujeres, de las "legitimas reuniones de los fieles o Iglesias
locales", según el nº 26 de la LG o de las "Comunidades cristianas de
base" según la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM), celebrada en Medellín.La función propia de esos dirigentes de la Iglesia, sean mujeres u hombres bautizado, religioso/a o, incluso sacerdotes ministeriales, es dirigir a los miembros de su comunidad cristiana a la perfección cristiana y, en concreto, removiendo los obstáculos, las dificultades que las personas cristianas o neófitas pueden encontrar en el camino. Este camino es la meta y al revés.
Según todo esto, creemos no hay ya dificultad en admitir ese "órgano de gobierno conjunto de laicos y clérigos", que propone el Sínodo de la Iglesia alemana y al cual se oponen algunos cardenales del Vaticano, por temor a que "podría estar por encima de las decisiones de los propios obispos" (9). Porque el binomio clérigos-laicos, tal como lo entendía Bonifacio VIII en su Bula Clericis laicos y parecen mantener los cardenales vaticanistas, basados tal vez en la diferencia esencial entre sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico (LG nº 10), carece hoy de sentido. Creemos que la II Conferencia del CELAM en Medellín, desató este nudo gordiano eclesial, al establecer que el "carisma directivo" del sacerdocio ministerial, lo pueden ejercer también los religiosos/as y las mujeres y hombres laicos, según el texto arriba citado. Puede seguir existiendo el clero, pero no el clericalismo.
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Antonio Moreno de la Fuente. Miembro de la Iglesia popular andaluza
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1) Sobre los movimientos religiosos populares, puede consultarse: KÜNG, Hans. El Cristianismo: esencia e historia. 3ª ed.Traducción de Víctor Abelardo Martínez. Madrid: Trotta, 2004, pp. 414-415; LEDUC, Jean Pierre. Los Cátaros. Barcelona: Círculo latino, 2002; MORENO DE LA FUENTE, Antonio. Espiritualidad-Perfección sacerdotal y religiosa, en la controversia
medieval de la Universidad de París (1252-1272). En Verdad y Vida. Revista de las ciencias del espíritu. 1965, Enero-marzo, nº 89, pp.85-90 y VERNET, F., en Dictionaire de Théologie Catholique. Paris: Letouzey et Ane,1950, sus artículos sobre Albigeois, I, 577-687; Bogomiles, II/1, 926-930; Cathares, II/2, 1987-1999,
2) KÜNG, Hans. Ob.cit., pp.301-303.
3) Véanse
las cuestiones planteadas y los autores que participan en esta famosa
controversia, dando respuestas a la cuestión de la perfección clerical y
religiosa, en: MORENO DE LA FUENTE, Antonio. Ob.cit., pp.92-119.
4) Cardenal Joseph MERCIER. La vida interior: llamamiento a las almas sacerdotales. Traducción de Narciso Saguer, precedida de un estudio sobre El Cardenal
Mercier y la ascésis sacerdotal, por Luis Carreras. Barcelona:
Editorial Políglota, 1930 y 1940.
5) Puede verse la nota bibliográfica de ella en: MORENO DE LA FUENTE, Antonio.
Ob.cit., pp. 85-86, nota 2. A la que se puede añadir estas dos obras más de los años 60: HOSTIE, Raymond. L'entretien pastoral. Mechliniae: Desclée de Brouwer, 1963. Traducción italiana , con el título: Il sacerdote consigliere spirituale, por M.L. Truccato. Torino: Borla, 1966; LECLERCQ, Jacques. Le prête devant Dieu et devant les hommes. Tournai: Casterman, 1964.
6) Documentos finales de Medellín. Disponibles en: https://www.celam.org/documentos/Documento_Conclusivo_Medellin.pdf (Consulta 28/02/2024).
7) BOFF, Leonardo. Jesucristo el Liberador: Ensayo de cristología crítica para nuestro tiempo. 6ª ed. Traducción de Jesús García Abril. Santander: Sal Terrae, 2009, p.26.
8) Documentos finales de Medellín, cap.15, nº 11. Disponibles en: https://www.celam.org/documentos/Documento_Conclusivo_Medellin.pdf (Consulta 28/02/2024).
9) LORENZO, José. Los laicos alemanes ponen a sus obispos en un aprieta: o están con el Vaticano o con ellos. En Religión digital, 19/02/2024. Disponible en: https://www.religiondigital.org/mundo/laicos-alemanes-obispos-aprieto-Vaticano-camino-comite-sinodal_0_2644235556.html. (Consulta el 28/02/2024).
10) CASALDÁLIGA, Pedro. Opción por los pobres y espiritualidad. en VIGIL, José Mª (Coordinador). La opción por los pobres. Santander: Sal Terrae, 1991,53.